EL ZAPATERO Y EL HERRERO
Cuento
Al zapatero le sorprendió mucho la amabilidad con que el herrero, diligente, procedió a dejar listo su caballo; cuando el herrero terminó su trabajo, se quitó el zapato roto y lo mostró al zapatero. Éste se soltó riendo de buena gana. Al día siguiente puso suelas nuevas en los zapatos del herrero. Los dos se despidieron estrechándose las manos. Un herrero y un zapatero no lograban ser amigos. El herrero decía que el zapatero ponía la mano donde los demás ponían el pie, y el zapatero alegaba que el herrero andaba en las patas de los animales. Ambos, pues, encontraban superiores sus respectivas ocupaciones y se miraban con idéntico desprecio. Un día, el herrero advirtió que la suela de su zapato estaba rota y colocó un cartón como plantilla, con tal de no llevarlo al zapatero, aunque andaba muy incómodo. Casi todo el tiempo, el zapatero tuvo que ir a otro pueblo cercano y se dio cuenta de que su caballo tenía algún defecto en una herradura, lo cual no le permitía caminar bien. Puesto que el zapatero no podía remediar el mal de su caballo, como el herrero había hecho con su zapato, se dirigió a la casa del herrador, contra su voluntad.
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